miércoles, 9 de julio de 2014

El porqué de los hechos

A veces creo que todo tiene su porqué. Su motivo, su causa justificada, su excusa para haber ocurrido. Y ese motivo siempre lo vemos más tarde, puede que mucho más tarde de que ocurra el hecho en cuestión. Puede y solo puede, que algo ocurra por algún motivo, para dar alguna utilidad al receptor de lo ocurrido.

Al receptor le ocurre el hecho, y puede que maldiga el hecho de haber ocurrido el hecho o bien puede que se complazca con lo ocurrido. De todas formas, el hecho se hundirá en las mareas profundas del pasado y solo se verá desde la superficie con la memoria, durante un tiempo, hasta que se hunda hasta el fondo de las aguas de los tiempos.
Pero, cuando el nivel del agua haya subido y el receptor apenas dé importancia al hecho ocurrido anteriormente, ocurrirá la causa. La causa justificada del hecho, el porqué ocurrió, la excusa para haberse dejado ver en la superficie y haberse dejado observar mientras se hundía.
Y entonces el receptor lo verá. Verá el mensaje que el puede existente destino le ha transmitido. Verá porqué le ocurrió tal cosa.

Porque a veces no creo en el destino, pues la vida es un camino sin límites laterales, es una pradera en la que podemos ir por donde queramos. El camino se va formando detrás nuestro a medida que andamos. Así pues, si el camino por el que se supone que andaríamos y que estaría delante nuestro, el camino que seria en realidad el destino, no existe, sino que hay una pradera, entonces la afirmación de que no hay destino es correcta.

Pero otras veces el transcurso de los hechos me hace creer en el destino. Y cuando digo el transcurso de los hechos me refiero al fenómeno explicado anteriormente del hecho y su posterior porqué. Cuando te pasa algo malo y te pones triste, pero después ves que ese algo malo que te pasó te ha conducido indirectamente a lago bueno, a algo genial, y piensas que sino hubiese ocurrido aquél algo malo entonces el algo bueno tampoco hubiera ocurrido, ves porqué te ocurrió. Y crees en el destino.
Con esto también podemos interpretar nuestro papel en el mundo, que siempre tenemos uno. Y, también, que todo lo que nos pasa es porque nos tiene que pasar. En eso recae en realidad la definición de destino.

Aunque todo eso son teorías de momento incomprobables sobre la línea de la vida, el mar que cada vez se va haciendo más alto hasta que morimos y el mar para de crecer, el transcurso de los hechos; todos nosotros somos libres por suerte de creer en algo o no. Y por eso la fidelidad de muchas explicaciones filosóficas pueden ser cuestionadas, así como la verificación de lo que acabo de escribir.
Todo depende de vosotros, pero tampoco os agobiéis. Eso engloba algo de lo que pienso, pero tenéis que procurar vivir la vida al máximo sin preocuparos demasiado por esos aspectos. Exista o no el destino, tenéis que procurar ser y hacer ser felices.
Gracias por leer.

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